sábado, 29 de diciembre de 2012

2012, el final que no llegó.

El mes de diciembre está a punto de perecer y, con él, el año 2012. Mucho tiempo atrás, nos imaginábamos 2012 como un año plagado de tsunamis, terremotos y lluvias de meteoritos que coronarían el fin del mundo predicho por los mayas. Puede que esta creencia recogida por la industria hollywoodiense no diste tanto de la realidad, pues las terribles imágenes del huracán Sandy nos robaron el sueño durante un tiempo. Aun así, a pesar de las terroríficas cadenas de Whats App que amenazaban con una Apocalipsis terrible si el mensaje no se pasaba a 20 contactos, seguimos vivos. 2012 se acaba, sí, pero no el mundo. Y a pesar de las desgracias que pueblan el planeta, es algo bueno, ¿no?

Si ponemos a trabajar un poco a la memoria, podemos recordar los hechos más destacados de este año que se va; hechos que han ocupado las primeras planas de los periódicos y que han sido Trending Topic en esta sociedad 2.0 en la que vivimos. Desde la guerra civil de Siria hasta las protestas contra Putin en Rusia protagonizadas por el grupo punk y feminista "Pussy Riot"; desde la victoria de Obama en las elecciones de EEUU como de Hollande en las francesas; desde tiroteos y matanzas como la de Toulouse (Francia) o la de Newtown (EEUU) hasta el premio Nobel de la Paz a la Unión Europea. En definitiva, una serie de hechos que han marcado el temido año 2012.

No obstante, España ha sido también protagonista, aunque no sabemos si para bien o para mal. Jamás las calles españolas habían sido surcadas por tantos manifestantes. El debate (y la puesta en escena) sobre la privatización de la Sanidad y Educación han sacado a la calle tanto a profesionales de esos ámbitos como al ciudadano de a pie. La brutal represión policial como también las violentas técnicas de piquetes han ocupado portadas tanto de medios nacionales como internacionales. Precisamente el debate sobre la independencia catalana o los escándalos protagonizados por la Casa Real y nuestro rey han servido para camuflar estos problemas económicos y sociales que tanto nos preocupan. Los ERE también han sido muy frecuentes, sobre todo en el ámbito periodístico, cada vez más asfixiado por la crisis. Y los desahucios y suicidios como causas de estos también nos han horrorizado. En definitiva, un año demoledor, un año que nos ha desgastado más y que ha llevado a la pobreza a los que antes pertenecían a la clase media. Un año que ha truncado las expectativas y planes de futuro de los jóvenes españoles, líderes de una fuga de cerebros sin precedentes (o quizá sí... este país es experto en exportar lo bueno). Un año que nos ha sumido en el pesimismo y en un hoyo desde el que apenas vislumbramos una luz.

Pero... ¡un momento! Este año se acaba, y quizá con él sus penurias. Y si no es así, la solución no es hundirse en la desesperación, sino precisamente plantar cara a los problemas y luchar para que 2013 (que ya se asoma y nos saluda tímidamente) sea un año mejor. Al fin y al cabo... ¡no todo es malo! Es cierto que la pobreza ha crispado nuestro ánimo, pero precisamente esta pobreza ha sacado el lado más solidario de la gente. Está claro que se puede hacer mucho más para ayudar a los más necesitados, pero no siempre tenemos que ver el vaso medio vacío. Eventos benéficos, trasplantes de órganos (en España somos los líderes), recogida de alimentos y de juguetes... Todo son buenas ideas para ayudar. Además, parece que el estómago vacío hace que ejercitemos más nuestro cerebro, pues cada vez hay más emprendedores que apuestan por crear su propia empresa, innovando y aportando algo a la sociedad. Además... somos campeones de Europa (otra vez). Bueno, vale, quizá eso no nos vaya a proporcionar un plato caliente o una educación igualitaria y accesible, pero también nos ha dado una alegría y nos ha hecho desconectar, ¿no?

Y a nivel personal... la felicidad atrae a más felicidad. Sí, ahora que se acaba el año, deberíamos hacer un balance. Deberíamos enumerar los malos ratos que hemos pasado y los errores que hemos cometido, pero en vez de caer en la tristeza, hemos de aprender de ellos y evitarlos. También tenemos que recordar los buenos momentos que nos ha brindado 2012, recordando a las personas que han estado a nuestro lado y que nos han alegrado la vida un poco más. Tenemos que tener la voluntad de cambiar, de ser fuertes y superar las adversidades, de ser más listos que el hambre (y que la crisis) y de intentar ser un poco más generosos y un poco menos cascarrabias. Lo que te depare 2013 depende de ti.


Nos vemos pronto, sed felices.

 ¡Hasta el año que viene!






Firmado: Lidia.