Yo no había ido al cine sola jamás, pero hace unos días decidí probarlo por puro placer. Vale, tampoco sabía a quién podría arrastrar para ver los ritos satánicos de Regresión, pero de veras que me apetecía experimentarlo de una vez por todas. Tengo que decir que no fue una experiencia traumática y que esa noche pude dormir tranquila. De hecho, no descarto repetir el 'experimento' porque creo de verdad que acudir al cine solo tiene más ventajas de las que se cree.
El primer punto que destacaría es la libertad de organización. Puedes salir de casa a la hora que creas conveniente, sin sufrir las consecuencias de la falta de puntualidad de algunos de tus amigos. Por ejemplo, yo soy de las que les gusta entrar antes a la sala para escuchar unos minutos de la música que ponen (normalmente, canciones de Nek y de Anastacia) mientras me acomodo, reírme con los anuncios publicitarios (y del patito que se choca con el logo de Cinesa, todo hay que decirlo) y enterarme antes que nadie de los estrenos de otras películas gracias a los tráilers a todo volumen.
Una vez que estás sentado en tu butaca, puedes disfrutar de la experiencia mística de aspirar el aroma a palomitas que invade la estancia, cerrando los ojos y estirando las piernas sin necesidad de dar explicaciones a tu compañero ni de escuchar sus avisos del tipo "Eh, que empieza la peli, apaga el móvil". Creedme cuando os digo que SIEMPRE silencio el móvil y no necesito advertencias. Al menos, no desde que a los quince años viendo Hancock toda la sala se rió de mí cuando mi móvil interrumpió la emotiva escena final con la risa de Shin Chan.
Las luces se apagan y tú abres la bolsa de palomitas sin pudor. Estás solo y todos los nachos son para ti. Olvídate de la incomodidad de tener que mantener el brazo extendido para que tu compañero pueda coger patatas o chucherías. Tampoco le escucharás sorber la Coca-Cola ni masticar el regaliz. Solo estáis tú y tus palomitas.
La película comienza y estás solo, pero también libre. Sí, libre para reír sin necesidad de sentirte estúpido cuando tu amigo no se ríe contigo y libre para llorar sin temor. Porque los sensibles como yo sabréis que no hay nada más incómodo que tratar de contener las lágrimas, que hacen que los ojos te escuezan y la cara te arda del esfuerzo. Incluso podrás permitirte el lujo de emitir el 'suspirito' final del llanto. Sabéis a qué me refiero, ¿no?
Transcurren los minutos de metraje hasta que la película llega a su fin. Los créditos aparecen y tú puedes disfrutar de ellos sin un amigo insistente que empieza a recoger sus cosas antes de tiempo y te empuja para que os vayáis a pesar de que casi todos siguen en sus asientos. Tú estás solo y ves cómo las parejitas y los grupos de amigos se ven obligados a comentar la película, a determinar si es buena o mala sin ni siquiera haber tenido tiempo de digerirla. Solo tú dispones de la suerte de reflexionar sobre ella, de forjar una opinión en tu interior, de razonar por qué la película en cuestión te ha maravillado o te ha parecido la mayor chorrada nunca vista. Nadie te influencia y tú posees todo el poder.
Inspirador. Eso de 'estás solo y todos los nachos son para ti' me ha convencido.
ResponderEliminarEs la mayor ventaja de todas, para qué nos vamos a engañar. Gracias por leer y comentar :)
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